sábado, 19 de junio de 2010

Musgos de una vieja casa parroquial, de Nathaniel Hawthorne

Ser descendiente de uno de los jueces de Los Juicios de Salem fue para Hawthorne un auténtico estigma. Intentó arrarcánselo haciéndose cambiar el apellido de Hathone a Hawthorne, pero la sombra del puritanismo nunca dejó de acosarle.
Musgos..., colección de relatos elogiada por Poe y de la que el autor, años después de su publicación, no se enrogullecía y poco menos que renegaba ("I remember that I always had a meaning—or, at least, thought I had." "Upon my honor, I am not quite sure that I entirely comprehend my own meaning in some of these blasted allegories... I am a good deal changed since those times; and to tell you the truth, my past self is not very much to my taste, as I see in this book.") ... atrapa al lector desde el primer momento, pero, poco a poco, va aflojando el puño. Historias como "El joven Goodman Brown", "La hija de Rapaccini" o "La señora Bullfrog", muy al estilo de Poe, exploran el lado más siniestro del alma humana, rezuman satanismo y son una crítica abierta e implacable al puritanismo. Pero son, sobre todo, historias sobre el hombre y la mujer, sobre la imposibilidad de una unión espiritual entre ambos, por estar ambas almas permanentemente al borde de precipitarse al infierno.
En "La marca de nacimiento", "La talla de Browne" o "El artista de lo bello", por mencionar sólo unos pocos, vemos otros de los temas recurrentes a lo largo del libro, como son el mito de Pygmalión y el concepto del artista no tanto como Dios, sino como el del ángel que se rebela contra el Omnipresente.
En "Una reunión selecta" asistimos a una fiesta que se celebra en un castillo en el aire, y que reúne a invitados como el Tiempo Pasado, el Seretario del Clima, Monsieur On-Dit, el Judío Errante... El problema es que este modelo se repite en exceso a lo largo del libro. Con mayor o menor fortuna, relatos como "El palacio de la fantasía", "El banquete de Navidad", "El holocausto de la tierra" o "Una clección de virtuoso", pese a sus indudables méritos como relatos individuales, a base de repetir el esquema, acaban por agotar al lector y perder toda capacidad de sorprenderlo. 
 En resumen, un libro de excelentes relatos, que habría sido aún mejor si no incluyera estos dos o tres relatos, que además de repetitivos son excesivamente largos.

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